¡Y llegó el año 2000, tan esperado y tan temido! El año que cuando chico me mostraban las figuritas
Mundo Futuro y parecía que no iba a llegar nunca. Bueno, llegó y me encontró dibujando una historieta del
Pato Donald detrás de otra, siempre bajo la amistosa supervisión de
Daniel Branca, el fiel pasado a tinta de
Raúl Barbero y con destino a la editorial danesa
Egmont.
En este caso,
Game Over (Fin del Juego), con guión de
GormTransgaard, es una historieta de ciencia ficción, lo que me permitió jugar con la fantasía y mucho dinamismo. A partir de ahora me llegarían muchos guiones como éste, con un formato de
16 páginas y dividido en dos partes, generalmente de
8 cada una, aunque a veces podía ser también
7 y 9. Es una de las pocas historietas para
Egmont que me pasó a tinta
Rubén Torreiro, ya que por esos tiempos
Barbero estaba muy ocupado con algún largometraje de
García Ferré (¡tambíen es animador!) y no le quedaba tiempo suficiente.
Rubén, excelente profesional, que ya me había pasado a tinta aquella primera historieta de
Donald para
Italia, no
perdió ocasión, como siempre, de hacer un gran trabajo.

Curiosamente, la historieta que he elegido para representar las muchas que dibujé o se publicaron en el
año 2000, es una de
ciencia ficción... Es que este año, como
1984 o
2001, están muy identificados en el inconsciente colectivo con la literatura de anticipación. Por suerte, no todo fue tan catastrófico como la ficción anticipaba...
¿o sí?...
Y aqui viene la segunda parte, publicada en el número siguiente, una semana después:
Éste fue el año en que llegaron dos altos miembros de la editorial
Egmont: la ejecutiva
Anna Maria Vind y el editor responsable de los guiones
Byron Eriksson. Nos citaron en un hotel céntrico y allí fui con
Daniel Branca y Fabián Gattino.
Rodríguez Uzal no pudo ser de la partida: había fallecido poco tiempo antes, lamentablemente.
Gattino, Fernández, Anna Maria, Byron, Daniel y su hermana Silvia, Massaroli y Ramón Gil
Fue bueno ver corporizada la lejana editorial en seres humanos reales, con los que se podía dialogar y hasta compartir un buen almuerzo en un restaurant cercano. De esa charla, entre otras cosas, surgiría la realización de algún
guión que saldría de lo común, pero esa...
¡es otra historia!