
A fines de
1980 las cosas se complicaron. Primero se cortó el trabajo para la editorial
Universo, de
Italia, para la que mes a mes venía dibujando historietas unitarias, y luego pasó lo mismo con la
D. C. Thomson. Para esta última editorial, de
Escocia, dibujaba episodios de
3 páginas por semana, pertenecientes a series sobre temas bélicos donde invariablemente los guiones llegados a través de
César Spadari, mostraban que los ingleses eran más fuertes, hábiles, valientes y elegantes que sus enemigos alemanes o japoneses, cosa que ya me estaba cansando un poco.
En mi estudio de Villa Ramallo, 1980, con las páginas que dibujaba para la Thomson.
Fue así como, luego de un azaroso viaje al
Brasil con dos amigos
(el ahora periodista de espectáculos hollywoodense Gabriel Lerman y el plástico y docente Mario Lessa), en el que gasté mis últimos pesos, reaparecí en
Buenos Aires en
febrero, dispuesto a buscar trabajo, exactamente como diez años antes, cuando llegué por primera vez en
1971. No era lo mismo, claro: ahora tenía muchos buenos amigos y conocía el terreno.
Recuerdo haber intentado trabajar para el estudio de
Carlos Villagrán, donde quedó una página de
Mark hecha a lápiz por mí, haber visitado la
Asociación de Dibujantes, el
IDA y el
estudio Géminis con asiduidad, y finalmente, se me ocurre dar una vuelta por mi vieja editorial,
García Ferré, de la que nunca me había distanciado del todo, ya que visitaba cada tanto a los muchos amigos que había dejado allí.
Muchos años después, la alegría de compartir gratos momentos con don Manuel, en uno d elos almuerzos que organizaban sus fieles admiradores

Para mi sorpresa, don
Manuel García Ferré ignoró los
dibujos humorísticos que le había llevcado y quiso ver
"cosas serias". Poco después, tras echar
García un vistazo a mis trabajos para el exterior, ¡salía yo de la editorial con un guión del gran
Leonardo Wadel en mis manos!
Comenzó así una segunda etapa con
Producciones García Ferré, que se prolongó durante medio año, más o menos, y que me permitió volver a instalarme, esta vez definitivamente, en
Buenos Aires. Se trataba de adaptaciones de célebres obras literarias a ser publicadas en la revista
Petete. La primera de la serie fue "
El Fantasma de Canterville", de
Oscar Wilde. Le siguieron
El Hombre que Ríe, de
Víctor Hugo,
El Llamado de la Selva, de
Jack London, y
La Hija del Capitán, de
Alexander Pushkin, siempre escritas por el legendario creador de
Vito Nervio.
Lamentablemente, no quedó en mi poder ninguna de estas historietas completa . Se publicaban de a
dos páginas por semana, a veces mucho tiempo después de dibujadas. De
El Hombre que Ríe conservé la mayor cantidad de páginas y son las que tienen a la vista. Aunque dibujada en
1981, esta historieta salió a la luz entre
febrero y
marzo de 1983. Las páginas a la vista corresponden a los números
30-35 de
Petete, aunque debe haberse comenzado a publicar en el número
28 ó
29. Falta el comienzo. Si más adelante aparecieran las faltantes, las agregaré.
Pasé momentos muy lindos dibujando guiones de un autor que admiraba, en compañía de mis amigos de
Géminis, donde al fin me pude asociar, al contar con un ingreso económico si no abundante, al menos de cierta continuidad. No tardaría
Sergio Mulko en acercarse a
García Ferré, al enterarse, ya que
Columba había pasado
Nippur a otras manos y también andaba en busca de tabajo. El amigo rionegrino, marplatense por adopción, llegó a dibujar muchas más adaptaciones, luego de que me alejé definitivamente de
García Ferré en busca de nuevos rumbos.
Pero ésa... ¡es otra historieta!